El trabajo que Dios que les encargó a los apóstoles se llama la Gran Comisión. En Marcos 16:15 se expresa de la siguiente forma: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Lucas escribe en el evangelio que lleva su nombre, “…y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”. Lucas 24:47. En el evangelio de Juan, Jesús dice: “Como me envió el Padre, así también yo los envío”. Juan 20:21. En nuestro estudio examinaremos la Gran Comisión como se registra en el evangelio de Mateo.
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado y he aquí yo estoy con vosotros todos los días; hasta el fin del mundo”.
Mateo 28:18-20
El poder
Jesús dijo, “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. Él es el único que recién había sufrido, al llevar los pecados del mundo en su propio cuerpo. Su barba fue tironeada con violencia. Su espalda fue azotada. Su cabeza llevó una corona de espinas. Sus manos fueron clavadas a una cruz. Su lengua estaba sedienta y seca. Una lanza traspasó su costado. Sus oídos escucharon burla y menosprecio. Dios lo abandonó en su hora más difícil. La biblia no dramatiza la crucifixión, pero claramente resume todo el sufrimiento, “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto a la carne, pero vivificado en espíritu”. 1 Pedro 3:18.
Sí, Cristo resucitó de los muertos otra vez. Fue este Jesús, que venció al pecado y la muerte, que se paró delante de sus discípulos y declaró que toda potestad le fue dada a Él. Esta potestad no se encuentra en alguna persona o cuerpo religioso u organización, sino en Jesús que murió pero vive para siempre. Él es el Señor del cielo y la tierra. No hay otro como Él.
Algunos eruditos ven de manera errónea al cristianismo como una religión de hombres decepcionados, que en reverencia y devoción de su líder martirizado, inventaron la increíble historia de su resurrección. Pero aquí el triunfante Señor viviente que propaga a sus embajadores a proclamar su evangelio por todo el mundo. Al declarar su poder, delega esa autoridad a aquellos a quienes Él envía. En Él se encuentra el máximo poder y autoridad.
El propósito
La orden es clara. “Haced discípulos a todas las naciones”. El discipulado implica más que el evangelismo, implica la predicación del evangelio. Pero eso es donde comienza. La predicación va acompañada por la enseñanza. Más sobre esto después. El evangelio de Lucas tiene mucho que decir sobre el discipulado. Toma en cuenta solo un versículo. Jesús dijo, “Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. Lucas 14:33.
El hacer discípulos es el trabajo principal de la iglesia de Jesucristo. Al menos así debería ser. Desafortunadamente, demasiados cristianos e iglesias no son participantes activos en el cumplimiento de la Gran Comisión. Con frecuencia la respuesta a la orden de Jesús se limita a ser tibia y autocomplaciente.
Algunos critican al movimiento en contra del aborto, porque los activistas no solo tratan con otros temas sociales e importantes, tales como la discriminación racial, la contaminación ambiental, los derechos de las mujeres, el SIDA, las acciones afirmativas, la deforestación del Amazonas y demás. Ese tipo de crítica está equivocada. Los defensores en contra del aborto están preocupados principalmente sobre una cosa… LA VIDA, es decir, defienden la vida del no nacido. Ese es su enfoque, y es donde debería estar.
De la misma manera, con frecuencia se resta importancia a un énfasis misionero mundial, especialmente donde ganar almas tiene una prioridad baja. Consistente con una falta de pasión por los perdidos, se hacen excusas de que la iglesia debería involucrarse en otros ministerios, y no envolverse en misiones al extranjero.
La Gran Comisión es sobre la VIDA, la vida eterna y toda la vida, en particular relacionada a Dios y los valores cristianos. Lo que mucha gente falla en ver es el fruto que se produce como resultado de un discipulado exitoso. Las vidas, hogares, comunidades y naciones enteras fueron transformados.
El plan
¿Cómo se lleva a cabo este trabajo de Dios, la Gran Comisión? Primero, al ir. La orden es “id y haced discípulos…”. La palabra ir aquí está en participio, que no transmite una orden para ir, sino que asume que los oyentes irán automáticamente. En otras palabras, una traducción más precisa sería, “yendo… haced discípulos.” Se asume el ir. Cuando conoces la verdad del evangelio de Cristo, ¿Cómo no poder ir? ¿Qué motivo tendrías de no participar en la Gran Comisión?
Segundo, al bautizar. Todas las conversiones ocurren en un momento en el tiempo. Muchas experiencias pueden prepararnos para ese momento, cuando creemos en el Señor Jesucristo, y pasamos de muerte a vida. Hoy, se les anima a aquellos que aceptan al Señor como su Salvador personal a levantar su mano mientras otros tienen sus ojos cerrados, o se les invita a pasar adelante en la iglesia, o firmar una hoja de decisión, o hacer otra cosa. Todas estas cosas están bien, pero no sustituyen el seguir al Señor en el bautismo.
Aquellos que creen que Jesucristo es el Hijo de Dios, que murió por ellos y resucitó otra vez, deberían bautizarse como un testimonio a la obediencia de su fe en Él.
El bautismo no es el evangelio. El apóstol Pablo escribió, “Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio…” 1 Corintios 1:17. No es una condición para la salvación. Ya aprendimos que somos salvos por la gracia sin obras. Efesios 2:8,9. El bautismo no te salvará más que nadar a voluntad del río.
Tercero, al enseñar. ¿Qué debería enseñarse? Jesús dijo, “enseñándoles…todas las cosas que os he mandado…” ¿Dónde podemos encontrar lo que Jesús enseñó? Tres discursos mayores son el Sermón de la Montana (Mateo 5-7), el discurso del aposento alto (Juan 13-16) y el discurso del Olivo (Mateo 24-25). Este es un buen lugar para comenzar.
Pero el hacer discípulos conlleva más que enseñar las enseñanzas de Jesús. Fíjate bien a lo que Jesús dijo, es decir, “Ensénenles que guarden todas las cosas….”. La orden es enseñar obediencia. Eso es lo que significa guardar. Guardar es obedecer.
Recuerda que el plan es ir, bautizar y enseñar.
La presencia
Con la orden de Jesús de hacer discípulos también dio una promesa… la promesa de su presencia. Él dijo, “y yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. El Señor no solo sobresalió a sus discípulos como el único que tiene todo el poder, sino que también está con ellos. Aquellos que van adelante y ministran en su nombre pueden tener la seguridad de que Él siempre estará con ellos.
Alguien dijo, “no voy”.
En marcos 16:20 aprendemos, “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que le seguían. Amén”.
Y Él te ayudará.
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